Personajes

Niki Lauda, la leyenda de la F1

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Regresar de la muerte es un hecho que cambia la vida de las personas. Para muchos es el fin de una vida de riesgos, para otros es la celebración de una nueva oportunidad para demostrar quienes son. Es precisamente lo segundo lo que Niki Lauda hizo, acelerar más rápido que la muerte y volver de una manera milagrosa a ser el corredor de F1 más rápido del mundo.

Lauda nació el 22 de febrero de 1949 en Viena, en el seno de una adinerada familia de banqueros. Empezó su carrera en la Fórmula Vee y después en la Fórmula 3, consiguiendo algo de notoriedad. En 1972 un Lauda casi en la quiebra obtuvo algo de dinero de sus allegados para comprar un puesto en el equipo March de Fórmula 1. La experiencia fue un desastre y al final de la temporada se encontraba sin dinero y con pocas opciones de seguir compitiendo, pero el espíritu persistente de Lauda no lo dejaría rendirse, y tras realizar entrenamientos de invierno con British Racing Motors (BRM), logró convencer a su jefe Lewis Stanley que le de una oportunidad después de presentarle varias ideas que mejoraron los vehículos de la escudería.

Poco tiempo pasaría, para que el potencial de ese pequeño hombre comience a ser percibido. Al conseguir el tercer puesto en el circuito de Mónaco, llama la atención de Enzo Ferrari el Commendatore, y para sorpresa de todos es fichado por la escudería italiana en 1974, al mando de un Ferrari 312B3 con la mejor tecnología hasta el momento; un hecho que Lauda no desaprovechó y siendo fiel a su personalidad perfeccionista realizó mejoras técnicas en el monoplaza, conquistando el segundo puesto en el Gran Premio de Argentina. Pronto conseguiría su primera victoria, el Gran Premio de España, a la que se sumaría otra en el circuito de Zandvoort (Holanda), llegando al 4to puesto al final del torneo mundial. A partir de ahí su ascenso fue astronómico. Un Lauda totalmente obsesionado pasaba más tiempo en el taller que en cualquier otro sitio.

En el campeonato mundial de 1975, el austríaco consiguió mantener la misma trayectoria del año anterior, y a pesar de no haber pasado del 5to puesto en las primeras cuatro carreras, la escudería de Ferrari venció en cuatro de los siguientes cinco grandes premios. Llegando a la carrera final del Gran Premio de Estados Unidos, donde Lauda terminó primero con una puntuación de 64.5 y dejó atrás al brasilero Emerson Fittipaldi.

Todos los ojos se pusieron en el antes casi desconocido Niki Lauda. El campeonato mundial de 1976 le dio la bienvenida y él demostró ser cada vez mejor al ganar 4 de las primeras 6 carreras y quedar en segundo puesto en las dos restantes. Al finalizar la novena carrera disputada en el autódromo de Brands Hatch en el Reino Unido, Lauda ya sumaba 61 puntos más del doble de su perseguidor. Es aquí donde ocurre lo impensable. El día trascurre con normalidad en la pista de Nürburgring Alemania, Lauda parte tercero atrás de un viejo conocido y rival, James Hunt. Lauda y Hunt se enfrentaron desde inicios de sus carreras como pilotos, sus personalidades diferentes marcaron la gran rivalidad que recorrió casi todas las pistas del mundo.

El Gran Premio se disputaba a 14 vueltas y fue en la segunda, en la curva de Berwek, donde Niki Lauda perdió el control de su Ferrari 312T2 y se estrelló contra el muro incendiándolo casi de inmediato, como si la muerte estuviera de su lado es colisionado por otro coche alimentando más el caos. Cinco espectadores, un policía y los pilotos Harald Ertl, Guy Edwards y Arturo Merzario socorrieron a Lauda en medio del infierno, de inmediato el piloto es llevado de emergencia al hospital con el diagnostico más devastador, quemaduras de primer grado en la cabeza y las manos, varios huesos rotos y una intoxicación por inhalación de gases.

Seis semanas después ocurriría el milagro, Lauda regresó con su rostro desfigurado intentando salvar su campeonato, en su ausencia Hunt ganó las tres siguientes carrera acercándose al primer puesto. El piloto de Ferrari había terminado en cuarta posición en su regreso, después de aquello, 8vo en Canadá, 3ro en EEUU, y la última carrera se disputó en el circuito de Fuji Speedway en Japón donde el piloto decide abandonar la carrera en la segunda vuelta por problemas climáticos. James Hunt queda en tercer puesto y le arrebata el título por tan solo un punto, hecho devastador para Lauda, quien fiel a su convicción obtiene su segundo título mundial al año siguiente también sobre un Ferrari, no obstante la relación con Enzo Ferrari se había roto debido a la toma de decisiones mientras él luchaba por su vida. Los siguientes dos años, Lauda decidió cambiar de escudería a Brabaham, pero al no obtener resultados positivos concluyó sus participaciones retirándose.

Pero su historia no estaba escrita aún. En 1982, fichado por la escudería McLaren, un Lauda más estable vuelve a retomar su ritmo hasta que en el campeonato de 1984 gana su tercer y último título mundial, venciendo sólo por medio punto a su compañero de equipo, Alain Prost.

Hoy conmemoramos un año del fallecimiento de esta leyenda de la F1, el hombre que demostró que ni el fuego ni el dolor le impidieron ser el mejor al volante.